"Nights in white satin" - The Moody Blues |
Las palabras cayeron como si una caja de pelotas de
ping-pong se viniera abajo desde lo alto de una estantería de cuatro baldas. Se
desparramaron saltarinas, independientes y anárquicas por todo el pasillo
claqueando sobre el parqué recuerdos indómitos, para desaparecer como si
tuvieran vida propia por debajo de los sillones, las vueltas de las puertas y
los rincones de los pasillos, para detenerse en cunas de polvo y célula muerta.
Ovillos de blanco satén...
Unos tacones afilados y
altivos engatillaban la madera brillante, y crujiente de aquel pasillo dorado
de ribetes melíficos, retorciendo en un rápido semicírculo la parte delantera
de su planta, como si fuera una rúbrica genética de elegancia natural.. Aquella
ninfa destila ambrosía de sus lagrimales, esquiva con maestría y señorío las
humildes pelotas de ping pong como si aquella existencia fuese paralela a su
mundo. El cuerpo se sumía en dolor y en exigencias perdidas. Cacharreaba
dejándose ver unos gemelos envueltos en unas finas medias de licra negra tupida
pero traslúcida. Se le ciñe una falda oscura con destellos dorados que le
dibujan un atractivo contorno, y si siguiéramos su espalda, elástica y
trabajada, acabaríamos con un remate de pelo anudado con una perfecta
improvisación…
Haces por verla pero como esto es
un sueño no hay caras. Hay hueco, contorno, pero no hay nada, hay vacío, ni
ojos, ni cejas, ni barbilla, ni sonrisa… nada, sólo dos manantiales de
ambrosía… eco… derrame de tiempo, segundos por venas cortadas...
Para cuando la última pelota de
ping pong dejó de girar y acabó acurrucada dando un suave beso a la pata de un
viejo arcón lleno de libros viejos y enmohecidos destinados a ser papel moreno,
las burbujas de la copa de champán masajeaban las fosas nasales de la ninfa
oscura que se apoyaba en el quicio del ventanal aspirando noche y legislando
sobre los pensamientos de las luces de la ciudad sudorosa y somnolienta, que le
guiñaban ojos deseosos de raso.
Parecía pedir respuestas a
preguntas no nacidas, conjurar a la noche para que le diera una razón que
estaba a punto de perder para siempre. La luna estaba velada como su rostro y
las estrellas callaban. Una poderosa y estilizada mano acarició la fría pared
buscando el cordón del estor, y con un seco estirón bajó el telón, al tiempo
que dejaba la copa de champán en su mesita de noche y se dejaba caer en la cama
como una frágil vestal… una admiración negra sobre un lecho de blanco satén…
(¿folio?)
Al parecer la noche no le había
dado respuestas… Y sus lágrimas intentaban darle algunas…
Mientras las burbujas jugaban a
subir buscando luz como si fueran pelotitas diminutas de ping-pong, la noche se
iba alejando, alejando, alejando… con cadencia y parsimonia desesperante…alejando,
alejando… siguiendo su ciclo eterno de búsqueda de infinitos.
¿Dónde va la luz de las estrellas
cuando no se ve?
Si fueras estrella… tal vez si
pudieras ponerte en su lugar…
Allí quedaste, tumbada en satén,
legislando sobre tus pensamientos a los que perseguías con azogue.
No hay comentarios:
Publicar un comentario