(Noche de Reyes, 2012)
Las noches de Reyes son noches
de espera, de decepción, de ilusión artificial, quebrada… de nariz reseca de
tanto respirar buscando el rastro de camello y establo… Curiosamente nadie
olfatea para encontrar la mirra… sino más el culo del camello… y pelo entrapizado
de orina…
Noche de sorpresa fingida, de
miradas cómplices, de susurros, de expectativa… de segundos quietos y estrella
fija como un pomo del firmamento que tal vez abra una talvecera puerta estelar…
Noches atípicas… Casi 364
noches plenas y hastiadas de la normalidad típica de hervido y huevo pasado por
agua, de sueños sobrevenidos, de odio al trabajo y al despertador y la
normalidad… la zozobra de esperar el amanecer no se asemeja a la zozobra de esperar
tu regalo mágico de mágico Rey, no... ni mucho menos.
Los Reyes son sabios – te advierten
cuando al sopesar la caja ya adivinas más o menos lo que te depara tu destino,
que no es la play, que no es el
camión de hierro, que no es el reloj, ni el i-phone… ni la persona que
esperabas…. Los reyes son sabios y a cada uno traen aquello que es mejor (paradójicamente cuanto peor es el regalo, más sabios) Es
cierto que, en algunos casos, más que sabios deberían ser apoteósicos y concienzudos
exégetas de la NASA, o psicólogos de gabinetes adscritos a la curia vaticana.
Se sentó con la frente casi pegada
al cristal cubierto por un beso de vaho. Afuera, los camellos habían traído en
su joroba unos atípicos 16 grados. No hacía noche de Reyes.. hacía noche de princesas,
calabazas, relojes y zapatitos de cristal quebrados ya para siempre… De
conversiones de chachas cochinetas y dejadillas a elegantes y estilizadas
princesas (made in Disney) gracias al
divino toque del hada madrina con su teclado saltarín…
Esa noche la imaginación
descansaba. Don Quijote hubiera descansado a faldón suelto porque la realidad
se la hubieran transformado los de oriente, ni sus Festones – ni “Fritones” – ni Merlines, ni barbadas
Micomiconas… ni los malhadados Duques. Te vienen y
te llenan de purpurina, no hace falta que tú te recrees tus mundos de puentes,
o de sueños con unicornios, mandrágoras, príncipes de azules armaduras o
princesas sorprendentes cuya pequeña mano es capaz de coger la tuya y llevarte
al final del arcoíris…. Esa noche todo va en cajas envueltas en papel de un chino…
o de un verde guardiacivil sobrio corteinglesiano…
No hace falta que te hagas el loco como el resto del año donde te conviertes
en arquitecto de puentes para escapar de la típica realidad.
Luego ¡plop…! en tu caja no
estará lo que pensabas, pero tendrás que sonreír… hasta que tu imaginación haga
un reset.
Una luciérnaga atolondrada se
acerca al balcón donde, apoyada con la cabeza en él, el frío cristal enfría la imaginativa frente
de la niña que esperaba qué…
- ¿Qué has pedido a los Reyes?
Al mover los hombros a la par
hacia arriba, de ellos salpicaron pelos de guirnalda escarlata y plata que
durante las navidades se le habían adherido.
- Entonces, ¿Qué esperas?
- Espero espera.
- Pues es la caja más grande que está bajo el árbol,
-sentencia la luciérnaga, augurándole una larga cinta de raso que dibuja el
lazo.
Espera espera… con la frente ardiendo y el cristal de la
realidad helado a 6 camelludos
grados.
- Porque es la que tiene el mejor regalo.
La luciérnaga se apaga. Ella olfatea.
No quiere pensar en la cantidad de papel regalo arrugado y
estrujado a los pies del árbol en torno a otra caja vacía… inútil, desaprovechado,
gastado… otra caja más del año pasado.
-Mientras te espero, te quiero. Espera espero. Mientras espero, imagino; mientras imagino, vivo. Mientras te espero, te quiero.
-
Camello, ya vienen…
A veces, mientras finge dormir, en su íntimo subconsciente
no quiere reconocer que las cajas vacías contienen cierto tono de delirio y
liberación… y es que los Reyes, aparte de Reyes… son Magos.
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