Planea la punta
de tu nariz,
como ala delta
de nimbo,
sobre la pasmada
aridez de mi pecho.
El aliento de un
dios
acampa en mis
páramos esquilmados
donde crece el sudor
y la florcansancio.
Trotan y pastan
en quíntuple caos
caballitos
eléctricos que afilan sus cascos
en las aristas
de mis sueños.
Luchan fronteras
por definirse,
la soledad
golpea los cueros,
que se abatanan a
fuego lento;
llueven tiempos en
la tarde
y los segundos
levantan ecos de
lo rat penat
en cavernas de
olvido.
Ventiscas
blancas en el meridión
y trópicos
cálidos en los septentriones.
Hogueras
tribales en los labios
y miradas
blancas en los corazones.
Y en el cielo de
tu piel…constelaciones.
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