Francis Nicolás

"Espacio donde se depura el proceso de encarnación del pensamiento."

jueves, 8 de diciembre de 2011

Inmenso mar



¡Qué inmenso parece el mar para el noctámbulo,
qué patio de juegos para el sonámbulo,
qué terrorífico para el insomne,
qué inmenso para el miedoso…!
Extranjero de plantas áridas y estriadas,
inclínate y reverencia al Ser…
Mi mar, perro guardián, que alerta a las sirenas…
¡Qué bien alertas!
¡Cómo persuade tu ronco acento al visitante,
que te imagina como un dios postrado!
¡Cómo ahuyenta la sacrílega silueta desértica,
blasfema e irreverente de pantorrillas de medias de secano!
Esa carraspera cenital, eco de cien mil andanadas de olvido,
aturde y distrae, desarma y encoleriza.
Mi mar, perro guardián que olfatea las orillas…
Tu inmensidad enaniza al soberbio,
enaltece al humilde,
aplaca al airado,
enciende al manso.
Tu luz ciega al que me mira con ojos de tela de araña,
y los petrifica con mueca de medusa,
los hace traslúcidos,
aguaromantes, acuarelinos
demasiado transparentes,
los convierte en chorrete,
lágrima de color difusa,
que bullen como que viven o perviven
aferrados y presos a un lienzo ajeno.
Tu enormidad confunde a Dios,
que se pone a pensar en tus bajíos,
y lo aturdes convirtiéndolo en aspersor de sueños.
Te necesito mar, que estás siempre,
lo suficientemente enorme para digerir toda mi culpa,
mi ansia, mi dolor, mi sueño, mi anhelo…
¡Como conviertes en espumas mis errores,
y tus corrientes arrastran los tendones del dolor,
que paralizan el hueso creador!
¡¡Eres un jodido baúl de universos…!!
Mar, mi mar… que nunca quisiste ser nuestro…
ni tu mar, ni su mar, sólo mío.
Por eso danzaron los seres en tu orilla
en torno a fogatas de fuego y humo blanco.
aquel anochecer de tu orgasmo
en plena pasión de Junio,
cuando de tus olvidos,
vino a caer una lágrima
de tus palmeras a mis palmas
y la hiciste mujer…
mujer de sal, mujer de nácar, mujer de mar…
Tus ojos, esos ojos…
Tus labios, esas orillas de cálida y suavísima arena
que no son sino atardeceres hechos sabor.
¡Bendito mi mar, que nunca quiso ser nuestro…!
Sólo mío…
Tal vez para que de lejos viera tu mejor regalo
encarnarse entre sales, escamas, y abismo.
Aquí, certeza,
aquí, mi mar,
a mi lado…
aquí, bravío y rebelde,
anega mis malos recuerdos,
tal vez mis penas,
aquí, mujer abierta en raso azul,
roto en piel de misterio abisal
dispuesto a engullirme de un solo soplo,
si fuera preciso…
Menos mal que estás…
que siempre has estado,
llanura, llanura eterna,
llanuras de hartazgo:
mar, inmenso mar.
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"Sailor's Chorus" - Richard Wagner, The Flying Dutchman

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