A vueltas con la palabra,
vi que te fuiste de carnaval.
Anduviste en boca de borrachos,
en el desdentado deseo del impotente
y pendiste de brazos de sexos titubeantes
de lobreguez, sombra y hastío.
Vi que tu carmín se mezcló con gasóleo,
que maquillaste tu rostro de mortecino neón
y que tu rimmel convivió con el asfalto.
Tus pasos apenas esquivan
excrementos de cuerpos en las aceras
y papeleras repletas de ufanías de ególatras
que colgaban de altivas farolas de ignorancia.
Ni el amor te saluda,
Ni la prudencia se fía de ti.
Deja tu rastro un perfume a channel
numérico y metálico, descarnado y esdrújulo;
y hueles a hombre y a sudor acre,
a dedos ajenos que escarban tu estiércol
mientras tu piel parece cubierta de film,
por el mate de las babas de un fornicador experto
por cien mil aburridos orgasmos.
Puta o payasa, sumisa o arisca, facilona o infinita,
te levantas con
resaca, Verdad,
y todo tu mundo tiembla de miedo
ante el hediondo temblor de tu nácar.
Resaca de noche vacía y aterrador día.
Esperas la llamada…
Pero futuro no llama.
Hará, tal vez, como todos…
Entrará sin llamar…
Te encontrará borracha en tu cama
y en un profundo y muscular beso
te absorberá el alma.
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