En el canto de la mesa de la eternidad,
apurando vasos de segundos destilados,
de uvas eternas, de pecados cercanos,
me hubiera gustado, sí, me hubiera gustado
preguntarte...
¿Qué hiciste para así hacerme?
¿Qué proyecto en mi micro historia
para mí perdiendo tus eones diseñaste?
¿En qué parte de tu sueño me soñaste?
¿A cuántas decepciones apostaste?
¿Así me querías?
Pues así te estoy llegando, Dios,
con estos bolsillos agujereados,
con esta alma gastada...
Tan poco llevo, apenas céntimos de talento,
desaprovechado, fosilizado, descontento;
tan poco tengo, acaso virutas de denario,
invertidas en vano en ningún escenario;
tan nada
que solo me queda mirarte a los ojos
y hacia Ti dejarme llevar...
a tu santo modo
solo con Ti codo con codo
Tú sabrás...
¡Qué paradoja!
Pues tú lo sabes todo.