Desde donde se recosen mis dedos
hasta donde se borda en hilo canela
tu piel
y los pespuntes de tus lunares,
existe un universo de inutilidad
tan grande
que caben galaxias de multitudes,
mares de soledad calmada y negra,
mares de huecos y tiempos de flor
mustia…
Desdeña la frente arrugada
el pasado como
segundos encriptados…
cementerio de segundos ahorcados
por esperanzas y sueños…
No hay otra eternidad
ni otro afán de inmortalidad
que no sea tu voz
pronunciando mi nombre.
Pues no hay otra eternidad
ni inmortalidad que lo ya vivido
en un eterno y constante retorno.
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