6. Si te subí tan alto

Quise 
subir hasta arriba, mi vida,
para verte volar desde el cielo,
pues me siento muy pequeño
viéndote volar desde mi infierno.
Guárdame un beso de eterno, querida,
cuando mastiques las nubes.
Si te subí tan alto,
si mi pasión y me empuje así te encumbraron,
guárdame escarcha, guárdame nieve,
cuando te abracen estrellas,
y te saluden los ángeles.
Si te subí tan alto,
si mi corazón te precipitó al firmamento,
y tu alma planea con las pasiones
y miles de impulsos en sus talones,
y de Mercurio las alas envidia el ave,
si tus labios y sienes rozan el zénit,
ahoga con tu aleteo mi triste lamento.
Si recortan tus dedos el horizonte,
¡si te subí tan alto!
si tus plantas dejan su huella
en paisajes de Iris y puentes de plata,
si te subí tan alto, mi vida,
lanza tu sonrisa en escalera de fuego
y sostenme de los cabellos sobre mi Averno…
que se te ve muy lejos y muy sensata,
que me deshago y me quemo,
que tu altura me mata.
Si te subí tan alto,
reparte nimbo,
comparte cirro,
que embarra el alma
tanto polvoriento camino
y anhela vapores de las estrellas,
y deshace este caos con tanta calma.
Si te subí tan alto, amor mío,
es para que vieras, ingrávida,
ese puntito negro que te venera,
que sueña pompas de jabón,
y moléculas de agua,
que te sonríe escondido
tras una mueca
de lejanía, de soledad,
de hastío y de olvido
en su desierto seco y medio podrido,
Si se te ocurre, mi cielo,
parar el tiempo allá en el techo de los relojes
y quisieras por mí
soñar rasante, imaginar un picado,
aterriza en mi pecho,
pósate, cielo,
que mi alma te espera, nunca lo dudes,
y sueña en sus plumas y en su temores
coger tu mano y aprovechar que subes,
para fundirme contigo
y explotar en nubes.