"Clocks" - Coldplay |
Dos bajo cero.
Las escarchas acristalan los ojos huecos del grillo
aterido. Allá en las sierras, las palabras buscan cobijo bajo las piedras planas
y añoran las tardes de álamo y ribera. Sueñan con pieles de agosto, con lunas
de mayo, con olores de julio y sollozos de abril. Las palabras lagartijean
entre los romeros erguidos y firmes por el rigor de la savia congelada, hibernando aromas.
Dos bajo cero.
El paisaje se empaña y desenfoca mi retina cansada. El
tiempo se desmenuza en molla de blanco pan deshecho por hacendosas manos con
manguitos de ayer y lumbre de siempre. Los recuerdos caen tristes y densos como
lágrimas en una clepsidra. El sol poco a poco se libera de la congelada ciénaga
nocturna. Se incorpora y nos sonríe y con él se inician de nuevo cientos de
miles de vidas desperdiciadas.
Dos bajo cero.
Allá en las umbrías, las palabras tiritan, se cobijan,
se arrebujan unas con otras, dándose un pobre calor de ausencia, invierno y
vacío. En las copas de los árboles los
besos del sol despiertan a las crisálidas dormidas, y millones de sonrisas
bajan corriendo por el tronco a avisar a las raíces. El coqueto bosque, donde
diez robustas encinas de acorchada piel se vigilan en su paralelo infinito, sonríe
y consigue devolver el beso al sol espantando a una abigarrada bandada de
golondrinas.
Dos bajo cero.
Una mano desensortija rizos en un valle eterno, mientras
afuera los verbos se hacen copo; los sustantivos
envidian mi vaho…; el suyo…. miles de preposiciones son arrastradas por un viento
hiriente, punzante, vil, deshonesto, rencoroso, traidor… que fulmina las
conjunciones en un asíndeton de plañidera profesional.
Dos
bajo cero.
El invierno congela las palabras y las palabras al tiempo.
A veces el folio en blanco, o la noche en negro, semeja el frío absoluto. ¿Hasta
cuántos grados por debajo del cero existe el existir? ¿Vivirá alguna palabra en
aquel terrible infinito? Posiblemente necesite al menos 273 besos para empezar
a envidiar tu presencia, tu calor.
Dos
bajo cero.
Afuera las cosas adquieren un delicioso aspecto
azucarado… azúcar glacé… aliento de luna, maquillaje estelar…; ocultamente el adverbio
aguarda latente; el adjetivo calla…. ssss… taciturno y prevenido. Dentro, una
mejilla ardiente aplasta mi hombro. Crepita la brasa, se desmorona un tronco
carmesí, ulula la tráquea de la chimenea, convertida en signo de admiración en
un cielo de aluminio y yema.
El invierno congela las palabras, las palabras al tiempo…
…y el tiempo a ambos…
un instante de caldo de estrella
en helado infinito.
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