Cuando a la
palabra Amor
le salen
cuchillas en sus patas,
que causan destrozos irreparables
en los dioses artífices del beso
y el perdón,
y alguien
zaherido en su orgullo
la arroja
sin cariño,
surcará
afilada el espacio de un odio,
-diminuta
tormenta donde
macera un
sentimiento enamorado -
sajará la
piel, y amenazará al Músculo.
Luego una
mano saldrá tras ella,
que, arrepentida, la quiere alcanzar,
y unos ojos
nublados de amor sincero
querrán oxidar
las aristas cortantes,
que nunca quiso
que crecieran.
Las
lágrimas confortarán la conciencia.
Y el otro seguirá
su camino,
con una
cicatriz,
con un beso,
con ambas
cosas.
Y será la
vida…
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