Fue un instante
de fingida brisa
que la trajo envuelta
en su esférica perfección.
No sé si mi mirada,
si mi beso,
o mi palabra
la estremeció.
En ese instante
de empujada brisa
estalló en mil irisaciones,
en arcoíris
de lágrima añil ,
de roto rojo,
de plata y marfil…
Añicos del tiempo,
escenas rotas,
y cristal partido…
Dentro de ella
no había nada,
o en ella estaba
lo que está en todo.
Vino la luz y después ,
¿más brisa?
tal vez un ligero
aroma floral
de detergente inútil
sin sentido, con prisa
de ancestral ritual.
Instante intenso,
tan perfecto,
tan pleno,
tan redondo…
que pupila y pompa
se hacen de ámbar
allá...,
en los caballetes del alma.
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