Duerme Bella,
inmune al paso del tiempo,
plantada en tus
raíces
aferrada al tallo
de tu destino.
Duerme Bella,
desafiando al
páramo y al horizonte
oteando desde tu
labio-pétalo,
como se desgaja el
tiempo
como un mandarina
asaeteada por cien
mil segundos.
Envuelta en aromas
dalinianos,
y en perfumes
palermos
de brea y
atlántico.
Duerme Bella,
que tu raso te protege
y tu aroma atrapa
al tiempo,
aburrida Dionea,
soñando con zumbidos.
Duerme Bella,
Venus sin brazos,
con sólo voz y boca,
que aplaude el
lirio,
ovaciona el clavel,
suspira la dalia
y canta la violeta
el porte de tu tallo,
erguido como un
cirio,
pensamiento aquél
de arena y playa
callada y quieta,
como yo no callo.
Duerme Bella,
aburrida Dionea,
de anzuelo verbo,
adjetivo carnaza
e insecto nombre,
que ya viene aquel
beso,
ya acude aquel sueño,
ya se presenta
aquel roto
de alma expuesta
condenada a no ser
entendida
salvo por lo arcano
de tu eterna y bendita
selva.
¿Cuántos noes verás
llover?
¿Cuántos todavía
perdidos
en la umbría del
helecho sintáctico?
¿Cuántos noes?
Duerme bella
su sí te acuna…
susurra en tu oído
su sí, su sí, su sí….
Duerme Bella,
aburrida Dionea
sueña con zumbidos.
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