Vetusto sillar hundido en tierra madre,
anciana piedra, legendario trozo de mundo
que estiras tus dedos para acercar lejanías,
ni el paso del tiempo
ni las bravas aguas
te socavan,
sino que,
eterno e impasible
bajo tus brazos,
las aguas
fluyen,
nadan,
mojan,
saltan,
van…
Argamasa eterna de poderosas piernas,
de ojos diáfanos y enormes,
que abrazas mundos irreconciliables,
ni la pisada del peregrino,
ni la lágrima del adiós
te tambalean,
sino que,
mudo.. y sordo..,
desde tus tiempos,
el río
se vierte,
fecunda,
gasta,
anima,
baña,
preña,
da…
Pasadizo mágico de noche eterna,
de final atractivo e incierto
que invitas al beso a las
orillas,
ni la soledad de los fríos,
ni el tráfago de los veranos,
te conmueven,
sino que,
taciturno y melancólico,
en tus poemas,
las letras
viven,
desbordan,
inundan,
anegan,
son…
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