El hielo
acoraza
en plata y
vaho
el eterno néctar
de oro.
Lejana,
domina el tiempo
bajo las
ramas doradas
de su frente…
Se difumina
impasible
bajo un
toldo anodino
que respira
brisas.
Su cabello
se licúa en sol
y se estiliza
en rayo y sombra.
Se sujeta el
refractado cuerpo
de ninfa y
halo en beso y vapor,
bajo las
cuencas metálicas
de miradas de
plástico y vinilo,
mientras, a endacasílabos de pena
y entre sus piernas...,
se escapa un poema.
Revive
cuando bebe,
y cuando
mira se muere.
¿Existe?
¿Es?
Tal vez
exista
en trazo lejano
de tiempo
perdido,
de raíz de
asfalto
y sexo aprendido,
de beso hecho
carne
y luz tenue
de pudo ser.
Robótica
pliega su élfico codo…
Casi noto el
trago
frío en su cuerpo
de brasa,
volátil de
sueño
de calor y
de esperas.
¿Quién eres?
¿Quién eras?
¡Diosa
ciudadana,
diosa de
estrés y sueño,
olímpica
fractura
de imposible
mente
oprimida
por anhelos
de libertad
en hielo picado
y sed!
¡Diosa de
vaso de tubo
y labio
avainillado,
de manos de
pasta,
papel timbre
,
y maquillaje
atardecer!
¡Diosa de
verbo curvo
y corazón amartillado…
de labios de
uva,
mirada de almíbar
que detona
en esperanza y ser!
Tal vez
alguien te quiso…
Alguien que
supo traducirte a carne
¡Oh diosa
odiosa de malta y frío,
de
prepotencia y hastío,
de chanel y
olvido!
Tal vez
alguien te quiso…
y te descubrió
tras tu sexo,
ambarino y
lúbrico,
resbaladizo
y traidor,
y rescató a la
niña llorona
con sonrisa
de luna
de nariz
respingona
que
olfateara el futuro
en las
grupas aladas
y bajo la
capa salada
de un bravo
príncipe azul..
No hay comentarios:
Publicar un comentario