Francis Nicolás

"Espacio donde se depura el proceso de encarnación del pensamiento."

martes, 22 de mayo de 2012

53. Palabra muerta



Las palabras que no florecen en el poema
se pudren en los labios.
Seguro que se asfixian moribundas 
-crisálidas de sedosos trajes -
en las lianas de los besos no dados,
madreselvas de sueños no cumplidos,
enredaderas de sexos no saciados.
Las palabras que no florecen en el poema
se pudren en los labios,
y atronan la lápida de tu cerebro.
Seguro que hubo un verbo que actuar,
un adverbio que afirmar,
un adjetivo oportuno,
un sustantivo soñado,
un silencio…
¡maldito silencio que se refugió en un beso
robado a la brisa y al mar!
Debiste hacerlas palabras de tinta
mientras las pensabas
cruzando aquel puente de maderas carcomidas.
Tinta tonta… Al otro lado del mundo real.
¿Recuerdas?
Debiste hacerlos recuerdos de tinta
mientras los soñabas,
de vuelta de aquel abismo de sueños carcomidos.
Las palabras que no florecen en el poema
se pudren en los labios.
E incitan a los diez ciegos
a escribir testamentos de nostalgias,
fracasos, nopuedes, noquisieres,
melancolías…
palabras hechas bolas de plomo
que se agolpan en la glotis
para caer despeñadas por la tráquea
camino del ultimo destino:
la terrible sensación de renunciar a ser dios…
diosa…
una vez más…
una horrible vez más…
por tener corazón humano.
Tinta tonta… sangre asonante.
Las palabras que no florecen en el poema
se pudren en los labios,
y ahí se quedan,
dejando ese regusto
a te quiero nonato,
a realidad a medias,
a futuro decapitado.

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