Vi cómo te retorcías en aceros
y te hacías eslabón de otros
abrazos,
apresando el desaliento y la mentira,
apresando el desaliento y la mentira,
lastrando la tristeza y el
olvido.
Te vi serpenteante danzar al son
del sueño y la esperanza,
de la soledad y la espera,
de la muerte y la quimera.
Vi cómo, contorsionada,
fecundabas el ojo de la aguja
y la llevabas al éxtasis de la
forma,
taladrando, ciega,
campos de amaneceres
con salpicaduras de amapola.
Te vi, rugiente y bramante,
en esbelta lezna convertida,
amarrar fronteras y distancias,
anudar cataclismos y condenas,
coser adioses y venganzas.
También te vi desatada y rendida,
suelta y vulnerable,
yaciente inánime y postrada
soñando nudos, cosiendo en sueños,
atar una promesa a una nada
y una vida
a otra vida enamorada.
y una vida
a otra vida enamorada.
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