Saber que estás.
Eres la luna que
se ve
preñada y
cuajada
desde el fondo
del pozo.
Y estiro mi
cuello
y te recorto en
añil...
sin importarme
la altura
ni los sastres
oscuros que me visten,
de mortaja y
solo,
de pena y
tiempo,
pues me
amamantas con tu luz
y no habrá
esperanza que se perfile malva
mientras tu luz
la reverdezca.
Saber que estás.
Eres la luna que se ve
desde la humedad del tiempo,
preñada y cuajada
de blanco y talco...
cuanto más hondo, más blanco
cuanto más negro, más talco.
cuanto más hondo, más blanco
cuanto más negro, más talco.
Pecho femenino y
celeste,
de incombustible
pezón
rebosante de
sueños
y de amor lleno
...
chorro de luz
lácteo y eterno
que surca el campostela
en arcoíris de
blancos...
Pues me
amamantas con tu luz,
y no habrá
esperanza que se perfile malva
mientras tu luz
la reverdezca.
Sé mi luna.
Saber que estás.
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