Venga tu luz
bajo tus toldos atentos,
venga tu voz
desde tu gruta materna
venga tu piel
aureolada y eterna,
venga el calor
-sangribatiente-
de nuestros pechos contentos.
Desháganse las tinieblas
bajo tus besos de estrella;
Desháganse los fuegos
bajo tus besos de nieve...
Y mientras tanto,
llueve, llueve, y llueve;
un chaparrón de vocales,
un refrescón de laureles
de escaparate de tules
de maniquíes mortales
con sus turbantes azules
adornaditos de males
con sus coronitas doradas
de rey de los animales.
Venga tu luz
bajo tus toldos atentos;
venga tu voz
desde tu gruta materna;
venga tu piel
aureolada y eterna.
Venga el calor
-sangrisoñante-
de dos yo contentos:
venga, venga, venga.
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