No creo que sean muchas,
no más de diez,
las cosas que, pronunciadas,
hacen que las plantas de tus pies
se nutran del suelo
de la espesa realidad
gris y polvorienta.
Curiosa droga la existencia,
terca compañera la gravedad
que sabe lo que te conviene
antes de dejarte volar
como un globo vacío
por los sueños de la nada.
Dime, si no, cuántos siglos
hace que flotan entre las nubes
amores, palabras,
sueños, promesas, delirios,
fracasos, esperas, proyectos...
dando estúpidas vueltas
hasta que se nos llueven implacables
en ciclos solares una y otra vez
sobre los que vivimos...
¡La ilusión rendida en lluvia
y amada en tierra y charco!
¡Bendito polvo del camino,
bendito barro de las botas!
Jodido pegamento de realidad
que me chafa inmisericorde
para que no acabe como una pompa de jabón
hecha nada en nada
por el idílico tacto de la nada.
Aun así, ¡quién pudiera generar por siempre
tormentas de sueños que conviertan al barro
en tan infalible imán adhesivo!
Sin alma que llover
no habría piedra que atrapar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario