Guardiana
del tiempo,
que
soltaste de mi cintura
el
cinto plateado de las horas,
¿por
qué con voz de hielo
hiciste
témpano el devenir?
Detuviste
el tiempo
y lo
cristalizaste
tras
una sonrisa enigmática,
que
sigue esperando a otra,
bañada
de espejo.
¿Qué
extraña sombra
te
llevó a robármelo
y a
no devolvérmelo?
Busca
en tu corazón,
sé
sincera,
guardiana
del tiempo,
gira
la rosca,
reinicia
el tiempo
y
ciñe de nuevo a mi cintura
tanto
tiempo robado,
precipitado
e inútil,
estéril…
donde
las palabras naufragan
buscando
playas.
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